• 07/04/2024
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La moderación no está de moda

La moderación no está de moda

Por Juan Carlos Bataller Plana

Desde hace varios años, en Argentina no reditúa en lo político el dirigente moderado.

Todo es blanco o negro, derecha o izquierda, aplaudís todo lo que hago o sos mi enemigo.

La peor crítica que se le puede hacer a un dirigente por estos días es que sea componedor, dialoguista, que busque tender puentes. Será catalogado como tibio, que no se la juega, casi como pusilánime.

En Argentina impera la política del sometimiento. Quien detenta el poder, lo ejerce sin contemplaciones. La mayor crítica que se le hace a Mauricio Macri cuando fue presidente es que no fue a fondo con lo que pensaba, se decidió por un gradualismo que fue visto como debilidad. A Alberto Fernández nunca le van a perdonar su tibieza. Los de un lado, tibieza por no defender el modelo que lo llevó al poder, del otro lado, tibieza de no enfrentar a quien lo puso en el cargo.

Si bien se sabe que lo logrado por consenso, con acuerdos, con negociaciones, tiene más posibilidad de trascender los tiempos, hoy no es posible pacto alguno. Ni siquiera en los 10 puntos clave que Milei quiere firmar el próximo 25 de mayo. Y no es posible por la oposición, por los que están más al medio y por el oficialismo. En el fondo, parece ser que todos están más cómodos representando a un sector de la población.

¿Qué lugar queda a los moderados?

Al corto plazo, no tienen mucho espacio.

El tema más importante es saber hacia dónde irá el pedido de la población.

Hoy los Rodríguez Larreta, los Losteau o los Schiaretti no tienen lugar en los primeros planos de la política argentina. Mientras domine la bronca, no hay lugar en el centro. Mientras mayor crisis hay, más extremas son las posiciones.

Cuando la manta es corta, el pensamiento que domina es cómo consigo quedarme con la mayor parte de la manta, no se piensa en tejer más para que alcance para todos.

Para que los moderados vuelvan a tener posibilidades, debe moderarse la crisis.

Con el agua hasta el cuello y subiendo, no cuestionamos que nos saquen de los pelos. Cuando ya estamos a salvo, exigimos ropa seca, comida y buen trato.

Recién con estabilidad, hay un sector de la población que empieza a exigir calidad cívica, que se preocupa por el respeto de las instituciones, que se fija en la división de los poderes. Para eso, nos falta un buen trecho de camino, todavía.


Fuente: Publicado en El Nuevo Diario, edición 2092 del 6 de abril de 2024

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