• 03/11/2023
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Juan y Marcela Kowalski a los maestros con cariño

Juan y Marcela Kowalski a los maestros con cariño

Por José Domingo Petracchini (*) –

Corría el año 1949 y llegaban a nuestro país, Marcela Tičak y Juan Zlatan Mlinarič Kowalski, un matrimonio de jóvenes treintañeros de origen croata. Venían huyendo de la antigua Yugoeslavia, más precisamente del dictador “Mariscal Tito”. Habiendo terminado ya la Segunda Guerra Mundial, donde él había estado en el ejército en la parte de comunicaciones y ella en la Cruz Roja, decidieron venir a nuestro país para tener una mejor vida. Se radicaron primeramente en la ciudad de Mendoza donde Marcela tenía algunos parientes que habían llegado previamente. Resulta que esos jóvenes eran músicos. Ambos egresados de la prestigiosa Academia de Zagreb, hoy perteneciente a la Universidad de Zagreb. Juan era director de Orquesta (también era abogado) y Marcela pianista.

Los comienzos no fueron nada fáciles. Habían llegado a nuestro país sin ningún tipo de ahorros. Para subsistir Juan tocaba el piano en la confitería “La Celeste”, ubicada en la esquina de Pedro Molina y San Martin y Marcela, sin ningún tipo de conocimientos, fue contratada como diseñadora de ropa. Fue entonces que en 1950 se trasladan a la ciudad de San Juan. Y a partir de allí comienza una etapa fundamental en el desarrollo de la vida musical de nuestra provincia. Juan, al principio, consiguió trabajo en el comercio local, lo que les permitía vivir sin tantos sobresaltos y, paralelamente, conoció al recordado y querido profesor Vicente Costanza, con el que formó un dúo de violín y piano dando varios recitales de cámara. También escribía una columna musical en el diario “Tribuna de la tarde”. Junto a Marcela, Vicente y otros jóvenes entusiastas (no los nombro para no cometer el pecado de omitir alguno, pues todos fueron muy importantes), formaron el T.E.A (Taller Experimental de Artes) que también abarcaba las artes plásticas. En este taller tuvo su origen la “Orquesta de Cámara Santa Cecilia” que luego fuera la Orquesta de Cámara de la Universidad Provincial Domingo Faustino Sarmiento.

En 1954, a raíz de una crítica musical sobre la Agrupación Coral Sanjuanina, Juan, Kowalski conoce a Juan Argentino Petracchini con quien entablara una gran y definitiva amistad. Petracchini tenía, junto al profesor Inocencio Aguado, un taller musical. Como era de esperarse, se aunaron los esfuerzos y así surgió el I.S.A (Instituto Superior de Artes). El edificio era el famoso “globito” que se encontraba en uno de los costados del lago del parque. Al poco tiempo el I.S.A. pasó a ser el Departamento de Música y Artes Plásticas de la Universidad Provincial D.F. Sarmiento junto a la Orquesta de Cámara, como mencioné anteriormente.

Allí es donde comienza la etapa formal de docencia de Marcela y Juan. Marcela daba clases de armonía. Como olvidar su eterna sonrisa sin dejar de lado la exigencia. Como todos los jóvenes impetuosos, los alumnos queríamos que cada ejercicio de armonía fuera una obra de arte y ella siempre nos decía: “nene/a, si quieres construir castillos, primero aprende a poner ladrillos”. Escribió varios libros que, hasta hoy, son una guía fundamental para el que quiere iniciarse en el estudio de la armonía.

Por su parte, Juan daba “Apreciación Musical” a los más jóvenes e “Historia de la Música” en el ciclo Universitario. También seguía dirigiendo la Orquesta de Cámara hasta que la Universidad Provincial se convirtió en Nacional, en 1973, y se creó nuestra Sinfónica en 1974. Las clases eran fantásticas. De acuerdo al tema, nos ubicaba en el contexto histórico, con lujos de detalles, que nos transportaban mentalmente a distintas épocas y distintos lugares del planeta. Su exigencia, gracias a Dios, era, aparte de estudiar, la de asistir a los conciertos. Siempre hacía alguna pregunta para comprobar si de verdad habíamos concurrido. Como no existía internet en aquella época y el dominaba siete idiomas, elaboraba apuntes de distintos libros, inaccesibles para los alumnos, que pacientemente escribía a máquina. También se daba tiempo para colaborar con Mozarteum o para hacer reseñas en el programa de los conciertos que interpretaba la Sinfónica. Lamentablemente falleció muy joven, a los 62 años, en 1983. Marcela lo sobrevivió hasta comienzos de 1999.

Quienes tuvimos el privilegio de ser sus alumnos no olvidaremos jamás sus enseñanzas. Algunos ya jubilados y otros en edad de jubilarse. Pero su legado se sigue y se seguirá transmitiendo a las generaciones más jóvenes.

(*) Director del Coro Vocacional de la UNSJ

Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición 825 del 2 de noviembre de 2023

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