Pianistas argentinos internacionales

Por José Domingo Petracchini (*)

Si se hiciera una encuesta y se le solicitara a la gente que mencionara tres instrumentos musicales, no tengo duda que el mayor porcentaje contestaría guitarra, piano y violín. Esta respuesta de ninguna manera significa que estos instrumentos sean superiores al resto, sino que son los más populares para el común de la gente que no está muy cercana a la música o no lo está en forma permanente.

Y si hablamos de pianistas, tenemos que hacer una distinción entre pianistas clásicos, de jazz, populares (de tango o folclore), etc. En todas las ramas nuestro país ha dado excelentes intérpretes. Hoy me referiré a los pianistas clásicos.

Sin ir muy lejos, aquí en nuestra provincia hay una cantidad de profesionales de excelente nivel, pero haré referencia a aquellos que, en el mundo entero, con solo nombrarlos la gente sabe de quién se trata.

Si se me permite una comparación futbolística, en todo el planeta si se nombra a Maradona o a Messi, cualquier persona hace la relación futbolista- argentino.

En el mundo de la música clásica, salvando las distancias, sucede lo mismo con algunos nombres de pianistas que tienen una bien merecida fama internacional.

Los primeros que vienen a la mente, seguramente, son Bruno Gelber, Martha Argerich y Daniel Barenboim. Estos tres pianistas, nacidos en la década de 1940, todavía siguen cosechando aplausos. Tanto Gelber como Argerich fueron alumnos del famosísimo pedagogo Vincenzo Scaramuzza. A su vez Gelber había comenzado sus estudios con el padre de Barenboim, Enrique, un excelente pianista y pedagogo. “Casualmente” Enrique Barenboim también fue alumno de Scaramuzza.

Por otra parte, Daniel estudió piano únicamente con su padre y con su madre. La única diferencia con Gelber y Argerich es que además de pianista es uno de los mejores directores de orquesta del mundo. Fue alumno de Nadia Boulanger e Igor Markevitch. En 1999, junto al filósofo Edward Said, crea la West-Eastern Divan Orchestra, donde reúne jóvenes músicos de origen israelí y árabe. Se lo ha designado, por tercera vez, para dirigir el célebre Concierto de Año Nuevo en Viena en 2022.

No puedo olvidarme de Martha Noguera y algunos ya fallecidos como Pía Sebastiani, Manuel Rego o Antonio de Raco (alumno de Scaramuzza).

De generaciones más jóvenes tenemos a Lilián Saba (59), Nelson Goerner (51) y Horacio Lavandera (36).

Hemos tenido el privilegio en nuestra provincia de poder a escuchar a varios de los pianistas mencionados. Si bien la pandemia frustró la presencia de Argerich en el Teatro del Bicentenario, ella había actuado en San Juan cuando era una niña prodigio en la década del cincuenta.
Sebastiani interpretó el 1ro de Tchaikovski en el concierto inaugural de nuestra Orquesta sinfónica, Rego dio conciertos con la orquesta y con su “Quinteto Rego”, Gelber vino contratado tanto por Mozarteum como por la UNSJ, al igual que Horacio Lavandera. Hay que destacar que la filial San Juan de Mozarteum, con muy buen criterio, lo trajo por primera vez cuando era todavía muy jovencito.

Un comentario especial para tres grandes pianistas que San Juan tuvo el privilegio de tenerlos como maestros en el Departamento de Música. Me refiero a Francisco Amicarelli (finales de los sesenta en la UPDFS), Carmen Scalcione (década del 80), para variar ambos formados por Scaramuzza y a Jorge Fontenla, fundador, además, de la Orquesta sinfónica de la UNSJ.

(*) Director del Coro Vocacional de la UNSJ

Fuente: Nuevo Mundo, edición 763 del 3 de agosto de 2023