• 16/06/2023
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Obras que causaron la muerte de su autor

Obras que causaron la muerte de su autor

Por José Domingo Petracchini (*)

Si nos pusiéramos a reflexionar que efecto o estado produce la música, especialmente la clásica, seguramente se nos vendrían a la cabeza términos como tristeza, alegría, euforia, desazón, melancolía, esperanza, amor, rechazo, etc., etc., pero… ¿se nos vendría a la mente la palabra muerte? Seguro que no, salvo que estemos hablando de un Réquiem y que este se esté ejecutando en el mismo momento de las exequias del difunto.


Sin embargo, hay obras, algunas muy conocidas, que el mito popular les atribuye la causa de la muerte del autor. La semana anterior hablábamos sobre el significado Te Deum. Uno de los más conocidos (que por razones de espacio no sugerí el link) es el de Jean Baptiste Lully (1632-1687). Lully tenía la costumbre de dirigir con un pesado bastón de hierro que golpeaba en el suelo para llevar el ritmo de la orquesta (esa forma de dirigir hoy sería inaceptable). En una de las ejecuciones de su Te Deum, que había dedicado a Luis XIV, se golpeó fuertemente un pie, causándose una lastimadura que se le infectó. Como también era bailarín, se negó a que le cortaran la pierna. La infección se convirtió en gangrena que le causó la muerte. A decir verdad, la causante de su deceso no fue su obra sino su testarudez.


El caso más conocido es el Réquiem de Mozart (1756- 1791) del cual hemos hablado en más de una oportunidad. La única verdad es que se lo encargó una persona enmascarada, vestida de negro, que iba de incógnito enviada por el conde von Walsegg (que quería adjudicarse la autoría). Mozart, obsesionado por la muerte de su padre y enfermo por su vida un tanto disipada, no terminó la composición, que fue concluida por su alumno Süssmayr. La fantasía que se lo había encargado Salieri y que este terminó la obra es solo eso, una fantasía.


El caso de Tchaikovski (1840- 1893) es bastante particular. Hoy es un músico indiscutido y sus obras son ejecutadas en todos los grandes teatros del mundo, pero durante su vida las cosas no fueron tan sencillas. Por dar un ejemplo, tanto su primer concierto para piano como su concierto para violín, obras fundamentales del universo musical, fueron rechazadas por las personas a las que habían sido dedicadas. Por otra parte, el zar Alejandro III amaba su música por lo que le dio una pensión vitalicia. Es decir, era una de cal y una de arena. A pesar de haber contraído matrimonio con una de sus alumnas, Tchaikovski era homosexual lo cual, en aquellas épocas en Rusia, era considerado ilegal. Posiblemente por esta represión forzada, de la que habla en varias de sus cartas, lo hicieran un hombre muy melancólico y retraído con algunos rastros de paranoia. Solía imaginarse que su cabeza se caería durante la dirección de algunos de sus conciertos. Su 6ta sinfonía (llamada “Patética”), de una belleza melódica indescriptible, se estrenó, dirigida por él, nueve días antes de su muerte. Algunos críticos la definen como “la nota musical del suicidio del compositor”. Tchaikovski murió por cólera. Muchos historiadores sostienen que se suicidó bebiendo agua contaminada y otras teorías dicen que fue obligado a hacerlo, debido a su homosexualidad, por una sentencia de un “tribunal de honor” comandado por un compañero de  la Escuela Imperial de Jurisprudencia de San Petersburgo donde se había graduado de joven.


Gustav Mahler nació en Kaliste- Bohemia (hoy República Checa) en 1860 y falleció en Viena en 1811.
Conocido principalmente por sus sinfonías, el hombre era bastante supersticioso. Mientras escribía su sinfonía número nueve, empezó a pensar en que los grandes compositores, como Beethoven, no habían superado ese número (a decir verdad, Haydn compuso más de 100). Para evitar esa supuesta “maldición”, renombró a su 9na sinfonía como “Das Lied von der Erd” (La canción de la tierra). Cuando comenzó a componer su 10° sinfonía le dijo a su esposa Alma Schindler: “ahora el peligro ha pasado”. Murió, sin terminarla, cuando había escrito su famoso Adagio. La cusa real de su muerte fue “endocarditis estreptocócica” que hoy se cura con una buena dosis de antibióticos, que no existían en esa época. Cuenta la leyenda también, que sus últimas palabras fueron… MOZART, MOZART.


(*) Director del Coro Vocacional


Fuente: Nuevo Mundo, edición 730 del 15 de junio de 2023

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