España, más que grieta una fosa

Por Mariano Eiben –

Vaya si los argentinos conocemos el concepto de «grieta» en el ámbito político y trasladado al social como fuente de rédito; vaya si sabemos también lo que es exportar, ya sea alimento, tecnología, conocimientos y hasta costumbres como el mate.

En este caso, la exportación a la política moderna española es la famosa grieta que divide a una sociedad hasta sus cimientos y convierte en golpista o directamente fascista a quien se atreva a contradecir al político de turno. La ausencia total de espíritu crítico más que una grieta, provoca una fosa.

Hoy ha dado comienzo el acto de debate de investidura que dará al socialista Pedro Sánchez 4 años más de presidencia. Salvo un giro de guión que haría reescribir los libros de historia, dicha investidura se consumará mañana gracias a los votos de los independentistas catalanes amnistiados por la ley que ha roto el tejido social, la igualdad ante la ley y ha desautorizado al poder judicial.

Pese a la oposición de propios -como históricas figuras de expresidentes socialistas y presidentes autonómicos actuales- y extraños, como los partidos de derecha y cientos de miles de manifestantes que han copado las calles del país durante dos semanas, Sánchez sigue adelante con lo que él califica como «una ley que unirá a los españoles y facilitará el entendimiento».

A saber, la ley de amnistía borra de un plumazo todos los delitos cometidos por más de 300 personas desde el año 2011 hasta la fecha, delitos que incluyen resistencia a la autoridad, lavado de dinero, llamados a alterar el orden públicos, secesión, vandalismo y destrozos de espacios públicos, y, en el caso de Carles Puigdemont, principal beneficiario, ser un prófugo de la justicia; además, condona una deuda de €15.000 millones de euros a Catalunya.

Lo que más ha enervado incluso a miles de militantes socialistas, más allá de los políticos que siempre hacen su show, es que esta ley ha ignorado por completo sentencias firmes del poder judicial por delitos graves. No solo que ya no existe la igualdad ante la ley, sino que el propio estado debe pedir perdón a los criminales y recibirlos como héroes que permiten la gobernabilidad de España cuando nada quieren saber de España. Como dato de color, el propio Puigdemont ha pedido tener una escolta policial al temer por su seguridad; por supuesto que se trataría de una escolta española pagada con los impuestos de los españoles.

Que hasta tres meses atrás Sánchez y sus dirigentes hayan hablado de la amnistía como algo imposible porque «no cabe dentro de nuestra constitución», y ahora sea lo que le posibilita gobernar, ha demostrado que a las palabras se las lleva el viento, pero ese viento ha llegado al comando central de la Unión Europea, que no ve con buenos ojos este pisoteo del poder judicial, clave para la existencia de una república democrática.

Cientos de miles de personas, colegios de abogados, de jueces, presidentes autonómicos y empresarios se han manifestado en contra de esto; los partidos de derecha como el Partido Popular y Vox han solicitado al tribunal supremo que suspenda esta investidura al calificarla de estafa al pueblo y que se convoque a elecciones nuevamente; gente en las calles mira a Catalunya con malos ojos por este privilegio económico en detrimento del resto del país, y todo para que Pedro Sánchez continúe siendo presidente.

La fosa que divide a la sociedad española ha sido cavada y es profunda. Muy profunda.


Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición 834 del 15 de noviembre de 2023