- 27/03/2023
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Ludovico Granja de Remolachas. ¡Un genio de la música!

El próximo domingo 26 de marzo se cumplirán 196 años de la muerte de uno de los más grandes genios de la historia de la música, el alemán Ludwig van Beethoven. Creo oportuno recordarlo.
Para comenzar, recordemos que la partícula “van” de su apellido no tiene nada que ver con la nobleza. Al contrario, por no pertenecer a ella se vio imposibilitado de casarse con la condesa Josephine Brunswick quien le correspondía su amor, entre los años 1804 y 1807 (¿o le sirvió de excusa?).
Probablemente el apellido provenga del idioma flamenco donde Beeth significa remolacha y Hof significa granja. Es decir que la traducción sería más o menos Granja de remolachas. En el acta de nacimiento su nombre figura como Ludovicus.
Si bien su padre era músico, director de la Orquesta de Bonn, la infancia de Ludwig no fue de lo más feliz que se diga. Además de ser alcohólico, estaba obsesionado con Mozart (casi 15 años mayor que Ludwig) que había sido niño prodigio y que había dado su primer concierto a los 6 años.
Debido a esto desde temprana edad le impartió estudios musicales y, se dice, desde muy pequeño lo levantaba a altas horas de la noche para darles conciertos de piano a sus amigos. Esto hacía que frecuentemente faltara a la escuela y prácticamente no tuviera amistades de su edad lo que, con seguridad, le forjó el carácter hosco que tuvo de adulto. Finalmente, en marzo de 1778, con solo 7 años, dio su primer recital y, como era de esperarse, su padre mintió su edad para que parezca más joven aún.
Además de su progenitor, que era un músico limitado, tuvo grandes maestros como Haydn y Salieri entre otros.
Esta pequeña semblanza de la niñez del genio es porque, para mí, su niñez desgraciada sumada a su sordera que comenzó cuando aún era muy joven, marcó el ADN de toda su música, si se me permite la comparación.
Beethoven es la antítesis de Mozart con quien tanto lo comparaba su padre. Del austríaco no se conocen borradores mientras que del músico alemán se tienen grandes cantidades de libretas con bosquejos musicales. Lo suyo era escribir, corregir y volver a escribir.
Y… ¿Cuál de los dos escribía mejor? Pregunta carente de sentido. La música de los dos es absolutamente genial. No es “o”, es “y”.
¿Quién no se ha emocionado al oír su concierto para violín?
¿Quién no se ha maravillado escuchando cualquiera de sus nueve sinfonías? La “Heroica”, que en principio se la dedicó a Napoleón y luego le retiró la dedicatoria cuando este se proclamó Emperador. La 5ta, tal vez la más cocida. El 2do movimiento de la 7ma, una genialidad. Y qué decir de la 9na. Impactante. Inusual para la época introducir un coro en una sinfonía. Tuve el privilegio de cantarla varias veces y cada vez que lo hago siento la misma emoción. Por algo en el año 2001 se inscribió en el Registro de la memoria del mundo de la UNESCO.
Una sola ópera, Fidelio, pero genial. Tríos, cuartetos, el célebre triple concierto para violín, cello, piano y orquesta. Sus sonatas para piano, entre ellas la bella “Claro de luna” (nombre que no le puso el compositor). En fin, ríos de música y toda muy buena.
Si se me permite el término, Beethoven era un “tipo jodido”. No le hacía reverencias a la nobleza, a pesar de tener muchos amores nunca terminó comprometiéndose. Alguna vez le vendió la “exclusividad” de alguna de sus obras a dos editoriales distintas. Era un ser humano como cualquier otro, pero sin dudas un GENIO MUSICAL. Así, con mayúsculas.
(*) Director del Coro Vocacional de la UNSJ
Fuente: Nuevo Mundo, edición 675 del 23 de marzo de 2023