- 12/05/2025
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Con nostalgia

Las agendas sirven, en teoría, para recordarnos cosas que creemos que nos podemos olvidar. Hay mil clases de ellas, desde aquellas formales y hasta forradas de cuero que en algún momento fueron signo de jerarquía, hasta las más humildes que comprábamos en la librería de la esquina.
Hoy todas ellas han sido reemplazadas y superadas por las digitales que son infalibles, estrictas y frías. Sí, porque nos recuerdan el mensaje utilitario y nada más. No nos hablan de otra cosa ni nos traen recuerdos, ni sirven para jactarse como aquellas tan pitucas y que muchas veces no pasaban de eso, pura pinta. Lo digo con conocimiento.
Siempre me proponía, al principio del año, usarla como se las debe usar. Y así lo hacía… un par de semanas porque me olvidaba o me daba fiaca ponerla al día todos los días. Cuando me remordía la conciencia y veía que no usaba esa buena herramienta, volvía a completarla… por otras dos o tres semanas. Así las cosas, terminaba el año con una agenda salpicada de cuando en cuando por escritos esporádicos.
Ahora, las que vienen incluidas en los celulares y las PC, me parecen bárbaras lo prácticas que son. Lástima que, igual que las manuscritas, deben ser mantenidas al día constantemente para que sean realmente útiles.
Conclusión: sigo con mis papelitos escritos a mano y confiando en mi cada vez peor memoria de carne y hueso. Aclaro que ninguna agenda digital nos llena de la nostalgia que aportaba aquella vieja agenda, que al abrirse nos recuerda cosas, gentes o hechos que nos dan un toque de romanticismo que ningún fierro nos puede brindar.
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 439 del 11 de mayo de 2025