• 10/06/2024
  • 4 de minutos de lectura

Devolución

Devolución

Por Gustavo Ruckschloss –

Como corresponde, cada tanto tengo que llevar al service mi computadora.

A veces por problemas reales y concretos y otras por falta de habilidades mías. Siempre he sido bien atendido y me han solucionado los problemas. Pero la última vez tuve que llevar la máquina de vuelta, porque algo no había quedado bien. 

Al dejarla, en son de broma, le dije que, si no quedaba bien, llamaría al mejor abogado del mundo. 

Cuando la fui a retirar, estaba lista y todo en orden. 

La semana pasada andaba apurado y, en lo mejor, se me pinchó una rueda del auto. Como pude, estacioné empujando a mano hasta sacar el auto del medio y me di a la tarea de cambiar la rueda. 

Se supone que iba a poder acuñar las ruedas, sacar las herramientas y sacar la rueda.   

Se supone mal; las cuñas de madera las había usado mi hijo para hacer un asado en el campo; la rueda estaba atascada en su estrecho lugar con un juguete de plástico de mi nieto y las herramientas, las que quedaban, no eran las que servían para cambiar ninguna rueda.

Matando a mi hijo, no solucionaba el problema. 

Tampoco era causado por el gobierno ni por el clima, que lo único que hacía era congelarme las manos.   

En pleno centro no había ningún taller cercano.   

Pensando, lo más cercano era el negocio de computación.   

Allí me dirigí y al verme, el chico me preguntó si tenía problemas con la compu. Le dije que no. Que era con el auto y le pedí, por favor, que me prestara alguna herramienta.   

Amablemente volvió con lo necesario y al prestármelas le dije: «quedate tranquilo que en un rato te las traigo».   

Muy sonriente, me dijo: «no hay problema; ahora nosotros tenemos a ese mejor abogado del mundo».

Lección aprendida.



Fuente: Publicado en La Pericana, edición 397 del 9 de junio de 2024


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