- 18/08/2023
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Raúl Calvo Soler: “Un país que educa tiene menos delincuentes”

Calvo Soler está asesorando a la Justicia provincial en el manejo de la delincuencia juvenil
El especialista, que es doctor en Ciencias Jurídicas, está asesorando en distintas provincias, al igual que en San Juan. Y habló en el programa La Ventana en cómo manejar a los jóvenes que han cometido delitos y cómo reinsertarlos en la sociedad.
A continuación la entrevista:
-¿Qué es la justicia restaurativa?
-Es contestar a la pregunta ¿qué hago en el caso de la comisión de un delito? ¿Cuál es el mejor modelo de respuesta para lograr evitar la reincidencia, para evitar que vuelva a ocurrir? Y lo que propone la justicia restaurativa son básicamente tres cosas. Uno, que el debate entre castigar o no castigar es un mal debate, porque la pregunta no es punitivismo versus garantismo, que es una dicotomía falsa. El punitivismo se equivoca si piensa que la única respuesta solo con la sanción es suficiente, y el garantismo se equivoca si piensa que no hay una respuesta posible. La segunda, quelo que es importante es el proceso pedagógico, la reflexión. La mejor política criminal siempre ha sido la pedagogía, siempre ha sido educar. Un país que educa es un país que tiene menos delincuencia. Pero también lo es cuando reaccionamos. Es como cuando nuestro hijo hace algo en casa. Yo intento que entienda, que aprenda, que comprenda qué hizo y qué pasó. No solo castigar, algo más que el castigo para lograr ese proceso. Y la tercera, que la víctima tiene cosas que decir, tiene un lugar importante que ocupar en este proceso transformador. Esas tres cosas, esas tres ideas, generan este modelo de respuesta que se llama restaurativismo.
-La misma legislación dice que las cárceles no son para castigos, pero las sanciones sí son castigos. ¿Qué quiere decir la ley entonces, cómo volvemos a esa persona útil para cuando deje de estar sancionada?
-Hay una cosa que es que la neurociencia han venido a auxiliar al restaurativismo, que es que sobre todo en la idea del joven, el mero castigo no es transformador. Es difícil encontrar un joven que dice, bueno, como me castigó, no lo voy a volver a hacer. Este no es un comportamiento de un joven. Un joven dice, me castigó, por lo que hice, no me van a volver a pillar. Así es que lo voy a volver a hacer. Entonces, la idea fundamental del restaurativismo es que el mero acto sancionador no nos asegura la no reiteración del comportamiento delictivo. Tampoco la solución es decirle, ¿vas de nuevo con tus padres? Tampoco. Porque es muy malo lo que hiciste, pero te vas con tus padres sin sanción. Por eso el restaurativismo no cree en el punitivismo ni cree en el garantismo. El restaurativismo lo que dice es, hay que buscar procesos que respondan a la situación y hay que buscar procesos que respondan a través de una vivencia, a través de que el joven entienda el daño que generó, qué es lo que dañó, a quién dañó.
-Usted habla de la justicia juvenil restaurativa y acá se menciona a los menores en conflicto con la ley penal. ¿Cómo es eso?
Bueno, yo creo que lo peor que nos puede pasar es que nos perdamos en el debate de las palabras. De lo que tenemos que hablar es, ¿cómo logramos? Siempre que hay un joven en conflicto con la ley penal, un joven que comete un delito, hay un fracaso de la comunidad como un todo. El restaurativo tiene una frase que dice que para educar a un chico necesitas todo un pueblo y de alguna manera todos tenemos algo que ver en el proceso de aprendizaje de un joven. Entonces, a mí lo que me parece es que si hay un joven que comete un delito en el sentido de una vulneración de una pauta jurídica protegida normativamente. El restaurativismo lo que dice es, pongamos el foco ahí, olvidémonos de los extremos punitivistas y garantistas porque fracasan. Necesitamos un modelo diferente de aproximación que es el que el mundo toma como respuesta frente a la delincuencia juvenil.
-¿Hay que ir a una justicia personalizada, es decir, hay que estudiar cada caso, cada joven y la respuesta para ese joven?
-Lo primero es que la razón por la que un joven termine en un comportamiento ilícito varía de joven a joven. Los factores de riesgo y factores de protección pueden ser distintos y la situación que lleva un joven a cometer un delito varía. Por ejemplo, en el caso más paradigmático, hay jóvenes que cometen delitos para drogarse y hay jóvenes que se drogan para poder cometer un delito. El papel de la droga varía como causa o efecto en su relación con la delincuencia. Entonces es importantísimo para diseñar una respuesta entender en primer lugar esa cuestión. Pero es que además hay jóvenes que responden muy bien, por ejemplo, al deporte. Nosotros desarrollamos programas y estamos trabajando en varias ciudades usando el deporte como un elemento restaurativo de recomposición de vínculos y de aprendizaje del joven y hay otros que les va más el arte, la pintura, las prácticas, el aprender actividades. Es que la respuesta debe ser pensada para cada joven, porque cada joven llega a la delincuencia juvenil por razones distintas.
-¿Se puede trabajar con el joven si no se trabaja con la familia?
-Esto es una opinión muy personal. Mi experiencia es que criminológicamente hablando, ha habido históricamente dos grandes ámbitos a los que se les ha asignado el papel predominante desde el punto de vista de los factores de riesgo, la familia y la escuela. Yo creo que nosotros en la sociedad del siglo XXI, estos dos espacios están en crisis. Hay una crisis del discurso de la familia y hay una crisis del discurso de la escuela. En el ámbito de la familia, lo que tradicionalmente se miraba era que las familias desestructuradas generaban jóvenes más propensos a las condiciones de ilícitos. Había ciertos elementos en las dinámicas de las familias desestructuradas que potenciaban eso. El problema que nosotros tenemos hoy no es que la familia esté desestructurada. Tenemos familias que son los detonantes del comportamiento ilícito. Nosotros, por ejemplo, el otro día en una intervención encontramos que la abuela dirigía la banda. Este es un cambio fundamental en la lógica de la intervención. Ya no es la pareja se divorció y el chico está afectado y termina. No, no. Estos son familias que llevan generaciones dentro de una lógica de un comportamiento delictivo. Yo creo que la familia es importante, pero el restaurativismo creo que diría que lo importante es poner el foco en qué herramientas tiene el joven para enfrentar la realidad que le toca. Una realidad que es difícil y que lo lleva a un comportamiento delictivo.
-Pero hay casos de madres que dices yo ya no puedo con este chico, háganse cargo ustedes…
-Es cierto, pero pongo un ejemplo que quizás todos hemos vivido y es el día que tu hijo dice o tu hija llega a tu casa y te dice papá, soy un adolescente ya soy mayor, voy a volver tarde hoy a casa. Uno no sale a cambiar la realidad, uno no sale a cambiar el mundo que va a tener que enfrentar un hijo, uno le ruega a Dios haberle dado todas las herramientas suficientes para que él pueda enfrentar ese mundo. El restaurativismo lo que dice es el problema no es solo cómo es la familia, cómo es el barrio, cómo son los amigos. El problema fundamental es qué herramientas tiene un joven para entender que cometió un delito, para comprender las consecuencias dañinas que generó su comportamiento, para restaurar aquello que su comportamiento generó y para no volver a repetirlo y eso es darle las herramientas que nunca nadie le dio.
-Un problema en Argentina es el mal uso de los presupuestos, las grandes estructuras. ¿Cuál es la su experiencia en ese ámbito?
-Yo creo que la Argentina tiene que resolver un problema de eficiencia. Un gran drama en el ámbito penal juvenil es la descoordinación de los sistemas. Nosotros tenemos 80 millones de sistemas operando sobre distintos jóvenes sin ninguna coordinación. Y esto es un problema. En delincuencia juvenil es un problema enorme la coordinación, es un elemento clave de la respuesta estratégica frente a la delincuencia juvenil pero también la eficacia que quiere decir preguntémonos qué necesitamos realmente para poder enfrentar y para poder asegurar una bajada de los niveles de delincuencia juvenil que son problemáticos hoy en toda la Argentina.
-Entonces, ¿quiénes tienen que actuar, la Justicia el Ministerio de Educación?
-En realidad lo que nosotros hacemos es crear un sistema donde hay un grupo de personas que se forman, en Córdoba ya están operando, ahora empieza el trabajo en la provincia de Santa Fe, en San Juan ya llevamos algunos meses avanzando, que es lo que se denomina el facilitador restaurativo. El facilitador restaurativo es el que diseña la estrategia para ese joven, en el contexto de ese joven, para trabajar con ese joven. Está coordinado con la fiscalía, con la asesoría y con el juez, y usa todos los recursos disponibles en un momento determinado para trabajar con él. Puede ser un club deportivo, o una entidad que trabaja en el territorio,
-Entonces es un trabajo Interdisciplinario…
-Totalmente interdisciplinario. Porque el punto fundamental, lo que nosotros hacemos es trabajar pedagógicamente. Vuelvo a insistir en esto. La mejor respuesta frente a la delincuencia juvenil se llama pedagogía. Y eso es lo que hace el facilitador restaurativo. Crea una estrategia pedagógica que le permite al joven entender, comprender lo que pasó, las consecuencias de lo que pasó, el daño que generó, verlo, vivirlo y responder a esa situación restaurando lo que él hizo.
–El problema es que aquí el patronato no actúa con los jóvenes sino con los adultos, y no se se sabe quién está a cargo del patronato y qué es lo que hace.
-San Juan va a tener diferentes grupos especializados. Va a tener un grupo de facilitadores que trabajan con jóvenes punibles. Es decir, chicos entre 16 y 18 años de momento. Si bajan la edad de imputabilidad veremos qué significa esto. Va a tener un equipo que es especializado en trabajo de jóvenes no punibles, que son menores de edad. Pero también va a tener un grupo especializado en jóvenes que están cumpliendo una medida privativa de libertad. Cada uno de estos grupos se especializa en trabajar con el joven en el contexto, con la realidad que ese joven tiene.
-Pero también hay que coordinar con las industrias, con los comercios para que también den posibilidades.
-Para mí la idea fundamental es que haya un plan de vida, tenemos muchos chicos que deciden ser peluqueros y se forman como peluqueros, pero hay un aspecto muy importante. Nosotros necesitamos, y esto es lo que hace el facilitador restaurativo, sentarse con el joven y hablar, reflexionar sobre qué pasó, sobre qué ocurrió, sobre lo que sucedió, lo que hacían nuestros padres con nosotros, lo que nos pasaba a nosotros y nos permitió comprender. Estos chicos no tienen, en general, a nadie que alguna vez se siente con ellos y les diga bueno, vamos a discutir sobre lo que hiciste, sobre lo que generaste, y te voy a dar las herramientas para que puedas entenderlo. No hay que olvidar que hay un filósofo que dice que en un mundo donde todo es azul, el azul no tiene sentido. En un mundo donde todo es violencia, la violencia para estos chicos no tiene sentido. Es un modus vivendi, es una manera de conectar.
-¿Qué es lo que hace el facilitador restaurativo?
-Trabaja pedagógicamente con jóvenes delincuentes, diseñando estrategias en coordinación con la fiscalía, asesoría y juez. Se busca entender las consecuencias de sus acciones y restaurar el daño causado. En San Juan se formarán grupos especializados para trabajar con diferentes categorías de jóvenes. Buscan crear oportunidades de reintegración social y reflexionar sobre las causas de la delincuencia juvenil. Pero hay que considerar dos cuestiones muy importantes. Uno, ningún plan puede competir con el mercado de la droga. Y esta es una primera gran realidad. Lo que gana un joven vendiendo droga, no hay ningún plan que pueda desincentivar eso. Así que económicamente tenemos un problemón si pretendemos competir económicamente contra el comportamiento de la venta de drogas. Y lo otro es que la delincuencia también marca un espacio de identidad personal y de jerarquía. Hoy, en muchos espacios, el hecho de haber cometido un delito le da al joven una jerarquía dentro de su grupo de pares. Y eso es un problema enorme, enorme, sobre todo cuando conduce a comportamientos vinculados a bandas, a desarrollos de una criminalidad de jóvenes que es cada vez más compleja.
-Lo vemos como un caso muy extremo con lo que está pasando con Los Maras, en El Salvador, en donde ya es una forma de vida.
-Es una forma de vida, pero no hay que olvidar que la pandilla, que es la antesala de la banda, empieza a ser una práctica común. La Argentina tiene en estos momentos dos dinámicas muy importantes, dos o tres dinámicas muy importantes desde el punto de vista de la delincuencia juvenil. La primera es un trasvase de una delincuencia referida a objetos a una delincuencia sexual. Es un trasvase y una impronta de la delincuencia sexual en jóvenes. La segunda es una respuesta de ratio de escalada cada vez más alta. Un chico pasa de no hacer nada a hacer cosas terribles en un tiempo maravilloso. Eso no pasaba antes. Antes había todo un proceso que daba un tiempo. Se ha acelerado todo. Todo está acelerado. Y la tercera cuestión es que es muy difícil encontrar referentes positivos en los que anclar la intervención. El joven viene de cuarta generación, de quinta generación, de familias que cometen delitos, y es muy difícil encontrar desde qué lugar abordamos esa situación. Ese consejero puede ser alguien mayor que le dé, por ejemplo, un escalón más arriba desde un púlpito o puede ser un par que le muestre otra salida.
-¿Y qué es lo que se utiliza?
-El referente positivo puede ser cualquiera de esos dos. Lo que es importante es el facilitador, el diseñador de la estrategia, la persona que se sienta con el joven para entender qué debo lograr hacer yo para evitar que este joven vuelva a cometer un delito.
-¿Cómo se logra que comprenda?
-Nosotros tenemos tres grandes palabras. Que reconozca, que se responsabilice y que restaure el daño que ha causado. Y una vez que esto pasó, entonces hacer planes de vida, trabajo, acompañamiento, porque obviamente si hacemos todo esto y lo lanzamos a un lugar en donde no tiene ninguna posibilidad de salida a flote, entonces nosotros estamos fracasando. Pero es muy importante la idea de este proceso reflexivo en un joven que es capaz de mirarse y decir pues sí, la verdad es que yo he hecho eso.
-¿La fe se utiliza como herramienta?
-La fe es un elemento muy importante pero no en tanto que fe propiamente. Lo que está ocurriendo es que en muchos lugares la primera línea de intervención son personas religiosas. Y esto los convierte en un referente muy importante en la interacción. Yo creo que la cuestión no es tanto la fe. La fe es un espacio de responsabilización personal. La fe implica un compromiso y una responsabilidad. Entonces una persona que es creyente asume un compromiso y una responsabilidad. Esto permite trabajar con el joven. Pero hay jóvenes que pueden trabajar desde otros. El deporte, por ejemplo. Cuando tú trabajas con jóvenes en autocontrol, trabajas la empatía a través de un entrenamiento de fútbol, el chico de 9, 10 o 11 años madura de una manera realmente importante en estas habilidades para enfrentar la posibilidad de la delincuencia.
-¿Se trata de consecuencias de las crisis económicas?
-Es un error pensar que esto se reduce a una dinámica de crisis económica. La delincuencia juvenil tiene origen multifactorial y tiene una gran cantidad de elementos que trascienden a la mera crisis económica. Aunque es verdad que en la Argentina, cada vez que el PBI baja, sube la delincuencia. Esto es verdad. Hay una conexión que es clara en estas dos cosas.