La batalla contra el cambio climático puede darse desde la Escuela

Por María Eugenia Gutiérrez (*) –

La Educación tiene un lugar principal a la hora de apoyar y realizar aportes al ambiente contribuyendo con los esfuerzos para fomentar la resiliencia al cambio climático. 

Diversos acuerdos mundiales se han adoptado con el compromiso de implementar estrategias para descarbonizar sus economías y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, identificando estrategias para aumentar la resiliencia a las consecuencias del cambio climático en las personas, comunidades y sus economías.   Con una primera lectura pareciera que estos temas y las escuelas o la enseñanza no están relacionados, ya que al nombrar los cambios climáticos pensamos en energías renovables, agricultura sustentable, resiliencia a los desastres climáticos entre otros. El punto en común está en que desde las Instituciones Educativas se puede hacer más para reducir su huella de carbono (cantidad de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera como resultado de actividades humanas) y por las amenazas de la continuidad de los días de clases y los aprendizajes. Fueron noticia en el 2021 los huracanes y tormentas tropicales que dañaron o destruyeron casi 1000 escuelas en Honduras y Guatemala y el huracán Mathew, en el 2016, dañó más de 300 escuelas en Haití.

Conocer estos fenómenos ayuda a los jóvenes a entender y abordar las consecuencias del calentamiento del planeta, les impulsa a modificar sus conductas y a adaptarse a la emergencia a nivel global.

María Soledad Bos, en sus estudios nos indica tres roles principales que juega la Educación:    

Educar en ciudadanía verde: desarrollando habilidades claves dotando a los estudiantes con los conocimientos, valores y capacidad de acción en favor del medioambiente, lo que llamamos ciudadanía verde. También en la formación para el acceso a futuros trabajos relacionados con la descarbonización de la economía, como la energía solar, el transporte eléctrico, la economía circular.   

Resiliencia para evitar discontinuar los aprendizajes: Los sistemas educativos deben ser resilientes y poder seguir operando ante eventos climáticos extremos y minimizar las disrupciones al aprendizaje, contando con Escuelas que sigan en pie frente a vientos fuertes o que se ubiquen en lugares que no sufran inundaciones frecuentes.

Servicio educativo sostenible: implementando prácticas de sostenibilidad climática en la infraestructura escolar, escuelas que minimizan el uso de energía o agua, que cuentan con transporte escolar eléctrico y que desarrollen huertas escolares para cultivar alimentos de los comedores escolares, entre otras. 

Nuestro País sancionó en el 2021 la Ley 27.592, conocida como Ley Yolanda – Capacitación en medio ambiente, establece que todas las personas que trabajan en la función pública en todos los niveles y jerarquías de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, deben recibir una capacitación obligatoria en materia ambiental, desarrollo sostenible y cambio climático. También UNESCO ha desarrollado un trabajo muy interesante sobre la formación ambiental en las escuelas, que expondremos en otra edición.

Los numerosos desafíos ambientales de estos tiempos demandan el compromiso de todos los sectores sociales y principalmente de quienes planifican e implementan políticas públicas.

Fuente: María Soledad Bos, Trabaja en la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington DC como Especialista Líder en Educación.

(*) Docente, exsecretaria de Educación


Fuente: Publicado en Nuevo Mundo, edición 869 del 19 de febrero de 2024