- 20/06/2025
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El uso de ChatGPT debilita la memoria y la autonomía intelectual

Un innovador estudio del MIT Media Lab ha documentado cambios medibles en la actividad cerebral cuando las personas utilizan ChatGPT para tareas de escritura, con el 83 % de los usuarios de IA incapaces de recordar el contenido de ensayos que acababan de escribir. La investigación, que monitorizó la actividad eléctrica cerebral de 54 estudiantes durante cuatro meses, revela que los usuarios de ChatGPT mostraron hasta un 55 % menos de conectividad neural en comparación con quienes escribieron sin asistencia, planteando interrogantes urgentes sobre el impacto de la IA en la cognición humana.
El estudio introduce el concepto de “deuda cognitiva”, una condición donde la dependencia repetida de sistemas de IA reemplaza progresivamente los procesos cognitivos necesarios para el pensamiento independiente y la formación de memoria.
La investigadora principal, Nataliya Kosmyna, quien ha estudiado interfaces cerebro-computadora durante 15 años, decidió publicar estos hallazgos preliminares antes de completar la revisión por pares, citando preocupaciones sobre la implementación prematura de políticas educativas sin comprender los riesgos cognitivos.
La actividad cerebral disminuye cuando ChatGPT hace el trabajo de pensar
El estudio del MIT empleó electroencefalografía (EEG) de alta densidad para monitorizar 32 regiones cerebrales mientras los participantes completaban tareas de escritura de ensayos de 20 minutos. Emergieron tres grupos distintos con patrones neurales dramáticamente diferentes: el grupo que usó solo su cerebro mostró las redes neurales más fuertes y distribuidas, el grupo de búsqueda en Google mostró un compromiso moderado, y el grupo de ChatGPT exhibió la conectividad cerebral general más débil en todas las bandas de frecuencia medidas.
La investigación se centró en las bandas EEG alfa y beta, asociadas con la creatividad, formación de memoria y pensamiento profundo. Utilizando análisis de Función de Transferencia Dirigida Dinámica (dDTF), los investigadores encontraron que la conectividad cerebral “se reducía sistemáticamente con la cantidad de apoyo externo” proporcionado.
Los usuarios de ChatGPT mostraron una conectividad fronto-parietal particularmente débil, las redes neurales responsables de la función ejecutiva y procesos metacognitivos como el monitoreo de errores y la autoevaluación.
Lo más sorprendente fue el cambio progresivo de comportamiento observado a lo largo de las sesiones. Para la tercera sesión, los usuarios de ChatGPT habían abandonado en gran medida la escritura con esfuerzo, recurriendo a simples comportamientos de copiar y pegar.
Los profesores humanos que evaluaron los ensayos describieron el contenido generado por IA como “sin alma” y carente de pensamiento original, con alta homogeneidad entre los ensayos del grupo de LLM. Solo 9 de 18 usuarios de ChatGPT reclamaron la autoría completa de su trabajo, en comparación con 16 de 18 en el grupo que usó solo su cerebro.
El fallo de memoria expone el costo oculto de la asistencia de IA
El hallazgo más alarmante del estudio surgió durante las evaluaciones posteriores a la escritura: el 83,3 % de los usuarios de ChatGPT no pudieron citar una sola frase de los ensayos que habían escrito minutos antes, en comparación con solo el 11,1 % en los grupos de búsqueda en Google y uso exclusivo del cerebro. Este deterioro dramático de la memoria sugiere que la asistencia de IA puede eludir los procesos cognitivos necesarios para codificar información en la memoria a largo plazo.
El diseño cruzado en la cuarta sesión reveló que estos efectos persisten incluso después de que se elimina el apoyo de IA. Cuando los usuarios de ChatGPT cambiaron a escribir solo con su cerebro, el 78 % todavía no lograba recordar ninguna frase de su trabajo anterior, y sus mediciones de EEG mostraron una conectividad alfa y beta persistentemente reducida.
Por el contrario, los participantes que inicialmente escribieron sin asistencia y luego usaron ChatGPT mantuvieron mejores capacidades de recuerdo, lo que sugiere que el entrenamiento cognitivo inicial sin apoyo de IA proporciona cierto efecto protector.
El equipo de la Dra. Kosmyna observó que los usuarios de ChatGPT desarrollaron lo que denominan “deuda cognitiva”, un debilitamiento progresivo de las capacidades de pensamiento independiente. La reducida actividad metacognitiva en las regiones cerebrales responsables de la autoevaluación significa que los usuarios se vuelven menos conscientes de sus propias capacidades disminuidas, creando un ciclo de retroalimentación potencialmente peligroso de dependencia creciente y conciencia decreciente.
Investigación más amplia revela un panorama cognitivo complejo
Los hallazgos del MIT se alinean con preocupaciones emergentes en la literatura científica más amplia sobre los impactos cognitivos de la IA. Se ha propuesto un concepto llamado “Atrofia Cognitiva Inducida por Chatbots de IA” (AICICA), basado en el principio de “úsalo o piérdelo” de la plasticidad neural.
Los niños y adolescentes con cerebros aún en desarrollo pueden ser particularmente vulnerables a estos efectos, ya que la dependencia temprana de IA podría interferir con la formación de habilidades cognitivas fundamentales.
Sin embargo, el panorama científico sigue siendo mixto. Un metaanálisis de 2023 de 32 estudios encontró efectos positivos de medios a altos para algunos resultados de aprendizaje cuando la IA se usaba apropiadamente, aunque notablemente sin mejoras en pensamiento crítico, compromiso con el aprendizaje o motivación. Las aplicaciones de salud mental han mostrado beneficios más consistentes, con reducciones significativas en depresión y angustia psicológica cuando los chatbots de IA proporcionan apoyo terapéutico.
El campo enfrenta desafíos metodológicos relevantes que complican las conclusiones definitivas. Una revisión crítica revela que el 96 % de los estudios de imagen cerebral altamente citados utilizan tamaños de muestra de solo 12-24 participantes, muy por debajo de los 100+ recomendados para resultados confiables.
Los 54 participantes del estudio del MIT, aunque mejor que el promedio, siguen quedando cortos en potencia estadística ideal. Lo más preocupante es la ausencia casi completa de investigación longitudinal que rastree los efectos de la IA en la cognición durante años en lugar de semanas.