- 09/10/2025
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El fútbol está de luto: Adiós a Miguel, el hombre que supo entender la mística de Boca

El fútbol argentino despide a Miguel Ángel Russo, el director técnico de perfil bajo que se ganó un lugar en la historia grande con su humildad y su enfoque simple pero efectivo. Su legado se corona con la Copa Libertadores y un amor incondicional por Boca Juniors, la casa que le dio su último adiós.
El mundo del fútbol amaneció más triste. La noticia del fallecimiento de Miguel Ángel Russo sacudió al ambiente, dejando un vacío que va más allá de los resultados y los títulos. Se fue un verdadero hombre de fútbol, de esos que entendían que la humildad y el trabajo silencioso eran más importantes que el show.
El legado del técnico trabajador
La carrera de Russo fue la radiografía de un profesional incansable. Nunca fue amigo de los flashes, pero sí de la efectividad. Su filosofía de juego se basaba en la solidez del grupo y en sacar lo mejor de sus dirigidos, algo que le valió éxitos en varios clubes del país. Miguel Ángel era el técnico que llegaba a un club, entendía su idiosincrasia y se ponía el overol. Dejó su huella de trabajo en clubes como Vélez, Lanús, Estudiantes, San Lorenzo, Millonarios (Colombia) , Rosario Central y, por supuesto, en el gigante que fue su último hogar.
Russo entendió el fútbol como una labor, y por eso siempre fue respetado: se enfocaba en la pelota y en la cancha, sin vender humo.

El hombre que entendió la mística Xeneize
Si hay un club que marcó su vida y su carrera, ese es Boca Juniors. Miguel Ángel tuvo el honor y la responsabilidad de sentarse en el banco más caliente del país en dos períodos, y en ambos demostró una comprensión total de lo que significa el mundo xeneize.
Su primer ciclo, en 2007, fue la gloria pura. Bajo su mando, y con un Juan Román Riquelme en estado de gracia, Boca levantó la Copa Libertadores, el máximo trofeo continental. Ese título lo inmortalizó en el corazón de la hinchada, ya que supo manejar la presión y la exigencia de un equipo que necesitaba volver a la cima de América.
Su último adiós como entrenador fue, precisamente, en el club de La Ribera. Volvió para un tercer ciclo y, aunque fue más breve, reafirmó su conexión inquebrantable con la institución. Se fue del fútbol desde el lugar que más lo marcó, dejando en claro que el cariño de la gente de Boca por su figura superó cualquier resultado.
Russo se va como un campeón de América y, sobre todo, como un caballero del fútbol. El recuerdo que deja es el de un entrenador honesto, simple y un gestor de grupo excepcional. El fútbol lo extrañará.

